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Nuestros hijos nos miran

Por Luciana Conde

Licenciada en Nutrición, sonsultora internacional certificada en lactancia (IBCLC), puericultora, docente y mamá de 3.

Cada vez que ponemos la mesa y armamos la dinámica de la comida familiar, nuestros hijos nos observan.

Qué preparaciones traemos, qué les ofrecemos a ellos, cómo cortamos y disponemos en nuestros platos y, sobre todo, cómo nos vinculamos con cada alimento.

Miran cómo es que ese adulto, huele, elige, ofrece, porciona y determina el menú de cada comensal. ¿Pero, nos preguntamos cuánto de nuestras opiniones, gustos y tal vez prejuicios transmitimos?

El vínculo que tenemos con la comida lo transferimos inconsciente y directamente a los hijos. Ellos en general, opinan como nosotros, porque aprenden de nuestras elecciones.

Si nos vinculamos positivamente con los alimentos, desde la amplitud de sabores, más allá de nuestros gustos y preferencias, ellos desarrollarán su propio paladar, sin demasiados sesgos.

Muchos padres comentan en presencia del niño: "no come nada", "es muy selectivo", "le da asco la fruta madura", "no le gusta, no le ofrezcas", "¡es terrible!" "no va a querer", "no lo puedo mandar a comer a ningún lado", por lo que aprende de sus elecciones, comportamientos y preferencias, según lo que el adulto dice de él.

Por un lado, revisemos nuestros mensajes: tratemos de hablar de lo que sí nos gusta y de lo que sí elegimos, para hacer hincapié en lo positivo. En definitiva, tampoco andamos por la vida diciendo todo el tiempo lo que no nos gusta!... o sí?

Y por otro, démosle la posibilidad de diseñar su propio universo de sabores, con amplitud y variedad. Que hoy no elija tal o cual alimento, no significa que no le guste o que no pueda cambiar. Está comprobado que la exposición repetida a determinados alimentos, hace que generalmente el niño, con el tiempo, se anime a probar y termine aceptando sabores que eran impensados.

Si se le ofrecen alimentos seguros, preparaciones adaptadas a su edad, no hay de qué preocuparse.

Contemplar sus elecciones sin juzgar, ofrecer más variedad, dejar que se vincule con otros gustos y preferencias, invitarlo a conocer alimentos nuevos, son buenas prácticas que siempre estamos a tiempo de generar.

¿Alguna vez pensaste en esto?

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